10 octubre, 2015

Violeta y el arte. c1

c1. El Arte es lo visual. lo visual, lo visual, lo visual, lo visual, lo visual, lo visual, lo visual, lo visual... ¿ya? -Pensaba gritando en su cabeza, la Violeta. Y seguía con algo así: una idea es una idea. si esa idea te facilita una imagen visual, genial. constrúyela. tendrá aspectos visuales, puramente formales, constructivos. la idea no está ahí. ya no está ahí. lo que hay es una cosa nueva que se hizo a partir de una idea. el proceso fue de concepto a forma, según quién sabe qué asociaciones, todo en la memoria, y siguiendo una traducción de conceptos a forma y color. es un camino que nunca llega al destino deseado. se pierde una, pero no importa, porque es posible continuar guiándose por los aspectos formales solamente. es decir, existe un plasmado, un plan inicial, un mapa, un blueprint, de la forma. el color llega al final o no llega nunca y si no se arma, hay que dejarlo ahí, hasta que uno pueda retormarlo con nuevos ojos.
Seguía pensando, la Violeta, en un especie de discurso académico que daría cuando por fin le dieran chance de hacer su doctorado: el proceso no es arte, decir eso es confundir las cosas. que alguien me explique cuándo es bueno confundir los conceptos en que ya hay consenso. cuestionarlos sí, desarmarlos, reconstruirlos, sí. pero confundirlos es como confundir los colores cuando estás pintando, cuando no sabes qué ocurre cuando mezclas todos. es de escuela primaria. y yo siento que hay gente que está en primaria con respecto a su lógica mental. y ni siquiera. eso es insultar a muchos niños. 

Así de intolerante se ponía Violeta a veces cuando se trataba del arte. Pensaba enojadamente. Había tratado de aceptar los conceptos ya viejos del arte contemporáneo, pero no podía, no quería renunciar a la idea del arte clásico. Era una romántica y no había forma de que dejara de pensar que la producción de arte era inseparable de la búsqueda de belleza. 
Violeta era capaz de apreciar el arte hasta las vanguardias del siglo XX pero de ahí hasta ahora, el arte le parecía un verdadero tianguis de productos masivos e inseparables de una afirmación imperial. Le parecía un insulto a lo que había venido antes del arte pop y luego el conceptual. Adoraba a Matta y los abstractos de Nueva York. A pesar de saber que cultivaron una aura de superioridad machista, no le costaba nada dejarse ganar por la estética de los grandes brochazos, el gesto de máximo alcance, las telas gigantes que no decían más que lo básico, lo esencialmente invisible, por medio de las formas puras, sin figuración.