15 mayo, 2019

55 años de vida



De la idea de trabajar exclusivamente como pintora y sólo pintar y no hacer nada más,
de las posibilidades reales de que eso ocurra dado:
que tengo dos años en esta ciudad, 55 años de vieja y soy extranjera sin familia
y que acá apenas alcanza para que los hombres artistas locales tenga su lugar, mucho más chico el de las mujeres en estas tierras tradicionales...

donde la reputación de un artista, o fama, implica:
jugar el juego de las modas 
interesarse por lo social
no hacer nada muy personal, críptico o surreal...
cosas que no me interesan, no me devuelven nada en el proceso de conseguirlas

tal vez lo que imagino que sería una vida de artista no es algo que realmente me haría más feliz de lo que soy ahora.

Porque el tiempo que me he hecho para poder pintar, las 15 horas a la semana que tengo, entremedio de las clases de inglés y el trabajo para Google, tal vez esto sea justo un éxito, un logro enorme, algo por lo cual debiera estar orgullosa y satisfecha, considerando que una artista nunca está satisfecha.

Tal vez esas horas son justo lo que necesito para balancear bien un trabajo de aportación al arte junto con una trabajo de aportación más utilitario, como lo es, enseñar inglés...
porque hombres y mujeres que son mis alumnos, reciben mi visión del idioma, de la cultura americana, de la libertad de expresión y opinión que viene con ese idioma, ...el trabajo que hago para darles confianza y ánimo para seguir estudiando el idioma del mundo "global"... no es trabajo en vano, ni fútil

si a través de mi pintura pensaba que podía influenciar a mujeres a ser más libres...yo ya estoy siendo un ejemplo, para todos mis alumnos de inglés. yo ya estoy mostrando que uno puede vivir de manera de que uno no traicione su deseo de expresarse artísticamente
que uno puede combinar un trabajo de enseñanza con el de producción de obra...
que yo lo estoy haciendo, cuando parecía imposible...ya lo logré. yo ya no estoy en una oficina mirando caras a hombres machines ni aguantando críticas sobre mi apariencia, mi acento, mi actitud igualada... mi maneras gringas de trabajar.

y sin embargo sigo quejándome, a veces. 

tengo que ver que la situación en la que me encuentro, sin conectes ni pitutos ni favores para estar en los museos, en las galerías, tal vez sea mejor para este ego resentido que tengo. quizás con cierto reconocimiento, más del que tengo (tres cuadros al año vendidos a precio principiante) me volvería una floja, mi obra dejaría de tener ese impulso, rabia, ganas, pena, melancolía, nostalgia por una vida con sentido, quizás mis cuadros no tendrían el trabajo que tienen para sorprenderme cada vez . quizás sin el motor de la incomprensión y el anonimato no haría la obra que hago. sería mejor, igual, o peor?

me sorprenden a mí, mis cuadros, cada vez. aunque luego ya no me gusten, si me gustan en un momento quiere decir que algo bueno tienen, para mí. no debiera bastar eso?
no debiera bastarme que mis cuadros me den felicidad? no es eso lo que debiera hacerme sentir orgullosa? el saber que puedo darme lo que necesito para ser una persona agradecida, tolerante con los que no se han atrevido a manifestarse artísticamente y con los que desprecian el arte personal... y sin duda que me sirve para ser más amorosa, porque
me vuelve estudiosa e interesada por todo lo que entra por mis ojos y puede ser objeto de interpretación, eso incluye al cuerpo humano, nuestra conciencia, nuestros sentidos, toda la naturaleza y el universo entero entra en mi apreciación y me hace humilde y sensible. 

el caso es que las ventas ayudan sí, pero no son lo que me mueve a hacer mis pinturas. hay tanto más en qué enfocarme que "en que si vendo o no", eso está muy abajo en la lista de prioridades. Es siempre el anzuelo para la personalidad distímica, pero no tengo que morderlo si tengo algo más divertido que hacer.