01 agosto, 2015

La Rere y sus historias.


Había una vez una diosa
que iba desnuda.
usaba una corona de flores
sobre una peluca de pelo azul
e irradiaba una luz extraña
como si un calor la invadiera cada cierto tiempo.

A ella acudían mujeres
a pedirle cosas
y otras mujeres la visitaban desde el futuro,
leían sus escritos
o se llevaban una imagen de algo que a las niñas chicas
les daba mucha curiosidad.

El patrón morado,
ondular y opresivo,
apenas las dejaba elevarse
pero las que se entregaban a su devoción
siempre levitaban en su propio vuelo.

El mundo es testigo de todo los que les cuento.



La diosa se aparece a quien la llama.
y concede deseos.
Así fue que hace algún tiempo una chica con botas negras la quiso ver.
Esto ocurrió en una bahía roja en el sur del mundo
donde los cerros van llegando al mar
como en un mosaico y la gente es medio melancólica.

En esa misma bahía, en un castillo de vitrales una mujer vivía arrodillada y aferrada a un hombre verde. Ellos estaban unidos para toda la vida pero no eran felices. La mujer exhalaba un aliento espeso porque estaba enferma del mal de la ignorancia.

El hombre verde miró a lo lejos y pidió un deseo. Al mismo tiempo la mujer de botas negras que sostenía la mano de una niña bonita cara de marcianita, miró hacia el horizonte, desde otro cerro, y también pidió un deseo: y a ambos se les concedió una visión.



Flotando sobre el mar
se les apareció la diosa desnuda
la misma que a veces usaba una corona de rosas
la misma que expide rayos color de mar

Y así fue que
la mujer con botas
y la niña con cara de marcianita
y el hombre verde
la vieron siendo llevada por un espíritu
incomprensible y familiar
sobre la bahía.
Era un artefacto poderoso
que al parecer estaba conectado con su mente.
Ella iba esparciendo ideas
sobre quién sabe qué.

Cuando cierra los ojos, cuentan,
ella puede ver como son las cosas en realidad
ella ve algo que nosotros no podemos ver.
un oráculo, la llaman,
o bruja, porque no es nada joven.
medio loca, murmuran.
El caso es que ella hace aparecer lo invisible.

Muchos dicen que es buena
que es muy generosa
y que siempre hay abundancia
donde ella es llamada.

La gente de antaño dice que ella es una gitana que a menudo viaja en un carro de arreboles hasta el país de los árboles rojos . Así me los imaginé, porque no hay imágenes de esa época.




Los ancianos cuentan que la diosa que vuela en la bahía
es la reencarnación de una famosa bailaora
de ese pueblo lejano y ya casi abstracto
donde los hombres
se mimetizan con los árboles
y las mujeres
bailan escondidas entre flores gigantes.
Dicen que es un país de colores vibrantes
con una arquitectura escalonada y frutas exquisitas.
pero lo más delicioso, dicen
es el aroma de los árboles rojos.

Unos cuantos años después de que la diosa apareciera en la bahía conocí a una chica muy real llamada Rere. Ella sabía el baile del país de los árboles rojos. Se lo enseñó, de hecho, la mujer de las botas negras. Ella le dijo que nunca dejara de bailarlo porque le traería buena fortuna. Éste es un retrato que hice de Rere.




...que además de ser la bailaora más chaparrita de la región verde es escavadora, y es famosa por sus hallazgos. Lo que está tratando de hacer ahora, Rere, es documentar todas las culturas que encontró en su viaje a la península turquérica (allá es donde crecen las famosas papayas gigantes). Rere me pidió que yo le ayudara con las ilustraciones. Estas son algunas de las que le hice basándome en lo que ella me contó.


No fue fácil documentar fielmente los ritos que tienen para recibir ciertos mensajes que supuestamente vienen de las papayas. Me llamó la atención que esa mujeres practicaran la meditación para canalizar esos mensajes e incluso comunicarse con las papayas. Entre ellas tenían la extraña costumbre de apuntar hacia abajo, como queriéndonos recordar algo grave e importante sobre nuestra condición.

Un personaje más solitario que Rere me contó que había conocido en uno de sus viajes es una chica performancera que se llama Mayahuel. El acto poético del pulque en los cerros de agaves
está a cargo de ella y su obra busca convencer a todos de algo que nadie puede comprobar: que la galaxia no está hecha de leche sino de pulque. Mayahuel dice que la luna se lo dijo. Este es mi retrato de ella, a partir de un foto medio borrosa que prestó la Rere.






Por último les cuento de otro pueblo del que Rere me contó. De una región del Este donde hay gente artista. Allá, las mujeres pintan imágenes de ellas mismas pintando arcoiris que luego venden en el mercado. Es gente tan pacífica que todos los animales comen sólo verduras, nunca se comen unos a otros. Parece que están en extinsión. Algunos creen que es por eso que la gente tiene problemas en los ojos. Este cuadro me lo dejó la Rere antes de irse; ya no le cabía nada más en la maleta.

Otro día les cuento más cosas. chau.