01 julio, 2013

Amanda


Que el nombre no los engañe:
mi abuela Amanda
no era una mujer
que le diera
por andar amando.

Hombres y mujeres por igual
estaban por debajo de ella
cuando andaban emparejados
"esa gente" estaba encadenada
a lo que ella no podía apreciar.

Excepto cuando hablaba
de su Toñito...
ojos pal cielo.

Cuando trato de imaginármelo,
tan vulnerable a las risas
y los comentarios estereotípicos
con su acento extranjero,
sus buenos modales
los viajes a cuestas
y el interés por las artes
que le venía del abuelo pintor.

Y si es cierto lo que cuenta la Amanda
él tan preocupado por que ella viera
sólo cosas bellas,
cariñoso y sensible
con su chulita
pienso que a mí me hubiera gustado
alguien así
desde el principio. 

Un anti-macho.

Pero no es cierto
la idea de mi abuela
de elegir un hombre sensible
y no un proveedor
no es para todas las jóvenes.

Cuando mi abuela ya tenía setenta se dijo:
yo no quiero vivir más
en esta ciudad que conozco
como la palma de mi mano
y que me conoce a mí
de pé a pá
y se mudó a la capital.

Una fuente de fuerza e independencia
me marcó en mi infancia.
Medio maligna de repente
par o none
para sentir poder.

Porque caminar sola
era su pasatiempo favorito.
Y si yo no la hubiera visto así,
caminando sola por las calles
con un desplante de reina
del suelo gris de Providencia,
yo no me daría valor para caminar
sola por ninguna parte.

Me voy de viaje a Europa,
dijo, cuando ya había cumplido los ochenta.
¡Qué susto cuando me perdí en el aeropuerto de Londres!
contaba llena de orgullo
Y ya lo creo, si ni sabía decir hello.
Quien boca tiene
a Roma llega,
me decía.

"Y no me digas abuelita".

Repetía muchas cosas.
Hasta el cansancio, al final.
Amores son acciones
y no buenas razones.
Al callo, siempre.

Y que las mujeres son estúpidas,
y mucho
por hacerle caso a sus maridos,
por quedarse calladas
por no perseguir lo que realmente quieren
más que sea
salir a caminar en la lluvia
tocar el piano
bailar
tomar su copita de tinto diario
y sobre todo
para decir lo que se les antoje.

En su mente
la sumisión o matrimonio
no se hermanaba
con la idea de ser
"la mujer más feliz del mundo"
 Así se describía ella,
sin que nadie se lo preguntara
como inicio de conversación.

Esa fotografía
de la pareja
en blanco y negro
no la dejó apreciar
los bellos grises
de una vida con un hombre.

¿O sí lo vivió?
¿Lo supo y sabía que no se volvería a repetir?

Eso explicaría la autoprogramación constante
el orgullo inseparable a la idea de mujer
el mito de la libertad
la mujer indomable:
"a mí ningun hombre me dice
lo que tengo que hacer,
a mí,
los hombres me sacan el sombrero!"
la viuda alegre
la madre exigente y orgullosa
que sacó adelante a su hija
para que fuera profesional
e independiente
que después se casó
y entregó todo su poder.

Esa foto en blanco y negro
no muestra nada
más allá
de la imperdonable sumisión.

¿y si tu Toñito no se hubiera muerto tan joven, abuela?

 

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